Por Martín Rodríguez Yebra
Un pecado original persigue a los Kirchner en su indignada y repetida reacción frente a la novela de Antonini Wilson. ¿Qué hacía en un avión rentado por el Gobierno un "personaje nefasto que hacía negocios con plata negra en esta región", tal como lo describió ayer el jefe de Gabinete?
¿Exceso de confianza, desconocimiento, tal vez? Entonces, ¿por qué se lo invitó a un acto oficial en la Casa Rosada dos días después de que la Aduana y la Policía de Seguridad Aeroportuaria le incautaran una valija con 790.550 dólares sin declarar?
El comunicado que ayer emitió la Cancillería vuelve a eludir esas respuestas. Y muchas otras más: ¿por qué se exige con tanto ahínco la extradición de Antonini cuando en aquellos días se lo dejó salir del país sin pedirle explicación? ¿Puede pensarse que el hecho se desconocía en la cima del poder pese a que el funcionario Claudio Uberti llamó al secretario privado de Kirchner 17 veces en las horas siguientes al decomiso del dinero?
Más allá de expulsar a Uberti, ¿por qué la Casa Rosada nunca promovió una investigación interna sobre cuál era el destino de esos dólares? ¿Cambió en algo el eje de los negocios y los lazos políticos con Venezuela al descubrirse qué clase de empresarios tenían la venia del chavismo? ¿Por qué no se le pidió explicaciones a Caracas por aquel pasajero y ahora se le reclama a Estados Unidos por dejar que se ventile lo que ese hombre dice?
Antonini colaboró con el FBI y tenía licencia para mentir en las charlas grabadas que reflotaron el escándalo. ¿Pero cómo encaja en la teoría conspirativa el hecho de que empresarios multimillonarios muy ligados al chavismo arriesgaran su libertad para advertirle que el dinero era para la campaña kirchnerista y que podía sufrir represalias si eso se conocía?
¿Querrá realmente el Gobierno que Antonini venga a la Argentina con sus relatos incómodos? ¿Alguien puede imaginar que un funcionario -judicial o político- de Estados Unidos firmará la extradición de un ciudadano norteamericano a un país cuyo gobierno califica a esa persona como "delincuente", "prófugo" o alguien "menos creíble que un condenado a muerte"?
¿Están los Kirchner tan irritados con Estados Unidos? Después de una réplica similar, cuando se denunció por primera vez el supuesto destino electoral de la valija, la Casa Rosada acomodó la relación con Washington y consideró "que se podía pasar la página". ¿Creía el Gobierno que esa reconciliación diplomática iba a hacer que el fiscal de Miami archivara las pruebas que recolectó? Y si los impulsores del juicio quieren perjudicar al país, ¿por qué el fiscal elude sistemáticamente la repregunta cuando algún testigo menciona a la Argentina? Cuando el detenido Moisés Maiónica habló de una reunión con un funcionario argentino para organizar el ocultamiento del caso, ¿por qué no le preocupó saber a quién se refería? ¿O por preguntar quién era el supuesto "viceministro" que se habría encontrado en Caracas con el jefe de inteligencia de Chávez? El fiscal tampoco ahondó en los dichos del abogado argentino Guillermo Ledesma, cuando dice en una grabación que Kirchner y Chávez iban a garantizar la libertad de Antonini si se hacía cargo del dinero.
El Gobierno, atado a una dinámica que no puede controlar, tapa con una jugada diplomática fuerte la acumulación de preguntas, como por ejemplo, ¿con qué elementos se afirma que ese "personaje nefasto" hacía "negocios con plata negra en la región"?
¿Intentará alguien, tal vez la Justicia, responderlas alguna vez? (Fuente: Diario La Nación).
¿Exceso de confianza, desconocimiento, tal vez? Entonces, ¿por qué se lo invitó a un acto oficial en la Casa Rosada dos días después de que la Aduana y la Policía de Seguridad Aeroportuaria le incautaran una valija con 790.550 dólares sin declarar?
El comunicado que ayer emitió la Cancillería vuelve a eludir esas respuestas. Y muchas otras más: ¿por qué se exige con tanto ahínco la extradición de Antonini cuando en aquellos días se lo dejó salir del país sin pedirle explicación? ¿Puede pensarse que el hecho se desconocía en la cima del poder pese a que el funcionario Claudio Uberti llamó al secretario privado de Kirchner 17 veces en las horas siguientes al decomiso del dinero?
Más allá de expulsar a Uberti, ¿por qué la Casa Rosada nunca promovió una investigación interna sobre cuál era el destino de esos dólares? ¿Cambió en algo el eje de los negocios y los lazos políticos con Venezuela al descubrirse qué clase de empresarios tenían la venia del chavismo? ¿Por qué no se le pidió explicaciones a Caracas por aquel pasajero y ahora se le reclama a Estados Unidos por dejar que se ventile lo que ese hombre dice?
Antonini colaboró con el FBI y tenía licencia para mentir en las charlas grabadas que reflotaron el escándalo. ¿Pero cómo encaja en la teoría conspirativa el hecho de que empresarios multimillonarios muy ligados al chavismo arriesgaran su libertad para advertirle que el dinero era para la campaña kirchnerista y que podía sufrir represalias si eso se conocía?
¿Querrá realmente el Gobierno que Antonini venga a la Argentina con sus relatos incómodos? ¿Alguien puede imaginar que un funcionario -judicial o político- de Estados Unidos firmará la extradición de un ciudadano norteamericano a un país cuyo gobierno califica a esa persona como "delincuente", "prófugo" o alguien "menos creíble que un condenado a muerte"?
¿Están los Kirchner tan irritados con Estados Unidos? Después de una réplica similar, cuando se denunció por primera vez el supuesto destino electoral de la valija, la Casa Rosada acomodó la relación con Washington y consideró "que se podía pasar la página". ¿Creía el Gobierno que esa reconciliación diplomática iba a hacer que el fiscal de Miami archivara las pruebas que recolectó? Y si los impulsores del juicio quieren perjudicar al país, ¿por qué el fiscal elude sistemáticamente la repregunta cuando algún testigo menciona a la Argentina? Cuando el detenido Moisés Maiónica habló de una reunión con un funcionario argentino para organizar el ocultamiento del caso, ¿por qué no le preocupó saber a quién se refería? ¿O por preguntar quién era el supuesto "viceministro" que se habría encontrado en Caracas con el jefe de inteligencia de Chávez? El fiscal tampoco ahondó en los dichos del abogado argentino Guillermo Ledesma, cuando dice en una grabación que Kirchner y Chávez iban a garantizar la libertad de Antonini si se hacía cargo del dinero.
El Gobierno, atado a una dinámica que no puede controlar, tapa con una jugada diplomática fuerte la acumulación de preguntas, como por ejemplo, ¿con qué elementos se afirma que ese "personaje nefasto" hacía "negocios con plata negra en la región"?
¿Intentará alguien, tal vez la Justicia, responderlas alguna vez? (Fuente: Diario La Nación).
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