Kirchner cree que no es tiempo de usar las reservas para cancelar la deuda con Europa. Feroz interna en el Gobierno.
El Ministerio de Economía, por una orden de Olivos, decidió demorar todo lo que sea posible el pago al contado de la deuda con el Club de París, mientras intenta moderar una interna de alto voltaje en el Gobierno. El Banco Central no quiere hacerse responsable de una eventual suba del dólar cuando se efectivice el giro a las naciones acreedoras, que hará caer un 15% las reservas. Y en la Casa Rosada buscan evitar que Cristina Kirchner deba firmar su primer decreto de necesidad y urgencia para concretarlo. Será antes de fin de año, pero esperarán al menos un mes a que amaine el vendaval financiero mundial.
La interna se tensó tras la decisión de pagar. Fuentes cercanas al presidente Néstor Kirchner deslizaron esta semana que el actual “no es el momento” para girar los 6.706 millones de dólares a los países ricos. Temen que el desplome de las bolsas mundiales acentúe la fuga de capitales y requiera una intervención más decidida del Central vendiendo reservas para sostener el dólar.
El obstáculo para la marcha atrás es el propio anuncio de Cristina, que estuvo lejos de generar euforia en la City pero que sí dispararía una crisis inédita si se desmintiera. Por eso el cronograma que pergeñaron en Economía apunta a aplazar los pagos. Y consiste en los siguientes pasos:
*Esperar a que el lunes próximo se reúnan los países acreedores y se expidan formalmente sobre la decisión argentina.
*Enviar una misión a París o reunirse con el titular del Club en Washington, en paralelo a la cumbre del Fondo Monetario a mediados del mes próximo, para empezar a negociar la cifra definitiva y los posibles descuentos por el pago en efectivo.
*Discutir con cada gobierno las condiciones del giro, para despegar lo más posible un desembolso de otro y amortiguar la caída de las reservas, hoy apenas por encima de los 47.000 millones de dólares.
En la entidad que conduce Martín Redrado también se libra un combate sordo pero intenso. La línea técnica reclama un nuevo decreto que aclare el que ordenó el pago la semana pasada. Allí se definió al Club como un “organismo financiero internacional”, aunque sus propios miembros lo describen como un “grupo informal”.
La sutil diferencia encierra todo un dilema político. El pago de Cristina se apoya en un decreto de Néstor de diciembre de 2005, que modificó la Ley de Convertibilidad y autorizó el uso de reservas para pagar deudas con organismos. Para ampliar esa autorización a deudas con estados, la Presidenta debería volver a reformarla. Pero se vería obligada a firmar su primer decreto de necesidad y urgencia, instrumento que hace tres meses se jactó de no haber usado nunca en su gestión, como aporte a la “calidad institucional”.
El secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, busca la forma de evitarlo. Ya se reunió con el ministro Carlos Fernández y con Redrado. “Eso se define esta semana, pero ojo que ninguna norma argentina establece qué es un organismo financiero”, dijo ayer a este diario una fuente oficial.
La resistencia en el Central al uso de las reservas es alimentada por su flamante gerente general, Hernán Lacunza, respetado en el mundillo académico y formado en la Fundación Capital, la histórica usina de Redrado. Lo acompañan el vicepresidente Miguel Pesce y los directores Arnaldo Bocco y Zenón Biagosch. Desde el Palacio de Hacienda aseguran que el bono que entregarán a Redrado a cambio de las reservas será “más generoso” que el usado para pagar al FMI. Aquella vez se usó una letra intransferible que vence en 2016, con un interés máximo atado a la tasa inglesa LIBOR que resultaba en un tope del 2% anual. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
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