Como fanático del fútbol, el domingo me levanté pensando en disfrutar de un buen espectáculo de fútbol, con la final que tenían que jugar Velez Sarfield y Huracán. Era una situación ideal para disfrutar, por varios motivos: En medio de todos los problemas por la gripe A, ver el partido desde la tranquilidad del hogar era un plan perfecto, eso sumado a la posibilidad de disfrutar el espectáculo con imparcialidad, ya que desde hace bastante tiempo mi equipo estaba fuera de la pelea, lograba el marco perfecto para disfrutar del fútbol.
El tan esperado partido fue una típica final, poco juego, mucho roce y un cerrado marcador. Huracán nunca pudo desarrollar el juego con el cual llegó a la final y Vélez, tampoco estuvo a la altura de su fútbol.
El partido era un claro cero a cero, ninguno merecía perderlo y ninguno merecía ganarlo. Pero apareció algo, que lamentablemente, también forma parte del espectáculo del fútbol, el arbitraje. Brazenas, tuvo un partido lamentable, con errores groseros que influyeron en el resultado: Primero: anulo mal un gol de huracán, cuando le marcaron fuera de juego a Dominguez, que cabeceó perfectamente habilitado.
Segundo: Cobró un correcto penal a favor de Vélez, pero no amonestó al defensor de Huracán, que (de haberlo hecho) luego hubiera sido expulsado al obtener una amarilla en el segundo tiempo. En esa misma jugada hubo un segundo error, ya que el penal fue atajado por Monzón, cuando se adelantó más de un metro, por lo que el penal debería haberse ejecutado nuevamente. Tercero: No cobró un claro penal a favor de Vélez, por una infracción de Arano sobre Cubero.
Cuarto: El error más grosero. Le llega la pelota al área a Larrivey, que no llegó al balón, se tira al piso y choca con sus piernas claramente a Monzón, cometiendo una clara infracción, pero el árbitro nada observó y en el rebote, Maxi Morales convierte el único gol del partido.
De allí se sucedió una seguidilla de errores continuados, donde los protagonistas jugaron un partido, lleno de infracciones, insultos, agresiones que el árbitro nunca cobró.
Es triste que un campeonato, tan promocionado y tan exitoso, se defina con un arbitraje tan pobre, que le saca brillo al justo ganador, (que nada tiene que ver), pero que deja con un sabor amargo a todos los que estábamos viendo el espectáculo... porque el duelo, no se definió con limpieza.
El tan esperado partido fue una típica final, poco juego, mucho roce y un cerrado marcador. Huracán nunca pudo desarrollar el juego con el cual llegó a la final y Vélez, tampoco estuvo a la altura de su fútbol.
El partido era un claro cero a cero, ninguno merecía perderlo y ninguno merecía ganarlo. Pero apareció algo, que lamentablemente, también forma parte del espectáculo del fútbol, el arbitraje. Brazenas, tuvo un partido lamentable, con errores groseros que influyeron en el resultado: Primero: anulo mal un gol de huracán, cuando le marcaron fuera de juego a Dominguez, que cabeceó perfectamente habilitado.
Segundo: Cobró un correcto penal a favor de Vélez, pero no amonestó al defensor de Huracán, que (de haberlo hecho) luego hubiera sido expulsado al obtener una amarilla en el segundo tiempo. En esa misma jugada hubo un segundo error, ya que el penal fue atajado por Monzón, cuando se adelantó más de un metro, por lo que el penal debería haberse ejecutado nuevamente. Tercero: No cobró un claro penal a favor de Vélez, por una infracción de Arano sobre Cubero.
Cuarto: El error más grosero. Le llega la pelota al área a Larrivey, que no llegó al balón, se tira al piso y choca con sus piernas claramente a Monzón, cometiendo una clara infracción, pero el árbitro nada observó y en el rebote, Maxi Morales convierte el único gol del partido.
De allí se sucedió una seguidilla de errores continuados, donde los protagonistas jugaron un partido, lleno de infracciones, insultos, agresiones que el árbitro nunca cobró.
Es triste que un campeonato, tan promocionado y tan exitoso, se defina con un arbitraje tan pobre, que le saca brillo al justo ganador, (que nada tiene que ver), pero que deja con un sabor amargo a todos los que estábamos viendo el espectáculo... porque el duelo, no se definió con limpieza.