El Gobierno y el Grupo Clarín se trenzaron ayer en la batalla más cruenta desde que empezó la guerra por la nueva Ley de Radiodifusión. La AFIP envió inspecciones simultáneas a las principales empresas del holding y a las casas de sus máximos ejecutivos en busca de pruebas de evasión. La tropa de Ernestina Herrera de Noble respondió con fuego a discreción: puso sus portales de internet, sus canales de aire, sus señales de cable y sus radios nacionales y regionales a denunciar un “operativo de intimidación” por parte de un “batallón de inspectores” que consideró parte de una “escalada de agresiones contra la prensa en general y Clarín en particular”.
Un par de horas después del desembarco en el edificio de Barracas, los sabuesos del jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, fueron a husmear en el centro de convenciones de La Rural que explota Francisco de Narváez (además de diputado opositor, dueño de medios). También en la productora GP Media, la más usada por América TV, el canal insignia de Daniel Vila, José Luis Manzano y De Narváez.
Todo parecía dispuesto para el choque de los mundos. Pero al caer el sol, Echegaray izó la bandera blanca. Pidió disculpas en su despacho ante una cámara del canal Todo Noticias (de Clarín), aclaró por escrito que él no había ordenado “ningún procedimiento especial de inspección física” y anunció que había echado a los dos responsables del operativo.
En minutos, el discurso oficial viró de golpe. Tras haber argumentado que las visitas se harían a todos los grandes contribuyentes (ver recuadro abajo), los funcionarios con los que dialogó este diario pasaron a considerarlas “un error gravísimo de timing” por la simultaneidad con el debate de la ley de medios en el Congreso. En Olivos ya habían tomado nota de que la avanzada –que adelantó el domingo Crítica de la Argentina– les podía hacer perder aliados parlamentarios, como los del socialismo.
Justo cuando el batallón de la AFIP llegaba a Clarín, varios de sus popes compartían una reunión secreta con accionistas de otro multimedios opositor, el Grupo UNO. El director de Relaciones Externas de Clarín, Jorge Rendo, encabezaba la tenida donde también cafeteaban el director de Asuntos Públicos del Grupo, Pablo Casey, y el presidente de América TV, Daniel Vila. De Narváez se sumó un poco más tarde. Venía de sacarse la foto en el Senado junto a Julio Cobos, Mauricio Macri, Gabriela Michetti y Ernesto Sanz.
Los ejecutivos se enteraron ahí del operativo fiscal en Clarín. Fuentes empresariales contaron que fue por eso que los dos multimedios (históricos enemigos que ahora trabajan en conjunto) arribaron antes que nadie con sus móviles a la redacción de Barracas. Por eso en las conferencias de prensa que dieron los jefes del diario –como Ricardo Kirschbaum, Ricardo Roa y Martín Etchevers– solo había dos micrófonos: TN y América 24.
Los empresarios llegaron a la misma conclusión, que no harán pública por ahora: quien envió a los sabuesos fue Néstor Kirchner. Según ellos, el ex presidente estalló de furia por las portadas inusitadamente opositoras que el diario de Noble publicó en los últimos días. Incluso en la cumbre secreta de ayer se evaluó también que lo había sacado de las casillas escuchar a Mirtha Legrand comentar que el Gobierno le recordaba “a los regímenes fascistas”.
Los dueños de medios –y el “ala blanda” del kirchnerismo– evaluaron que la pirueta que ensayó el jefe de la AFIP sólo se explicaba si quien ordenó las inspecciones fue Néstor, sin el consentimiento de la Presidenta. Siempre según esa versión, fue recién por la tarde y con el escándalo desatado que desde la Casa Rosada obligaron Echegaray a desdecirse.
Los inspectores apenas lograron labrar actas formales. Aunque Clarín dijo que había entregado “toda la información solicitada”, en la AFIP dijeron que no habían llegado a recolectar ningún dato. Iban para controlar que los empleados estuvieran en regla y la empresa con sus aportes previsionales al día.
DE LA EUFORIA AL ARREPENTIMIENTO. A las cuatro de la tarde, el despacho de Ricardo Echegaray con vista a la Pirámide de Mayo se había convertido casi en el cuartel general de la Liga de la Justicia. Cerca del jefe recaudador ya se imaginaban populosas movilizaciones contra el Grupo Clarín, una vez que se hicieran públicos los casos de evasión que dicen tener comprobados en sus empresas. Pero poco después de las seis lo cruzaba un silencio sepulcral, de ésos que se oyen sólo antes de las renuncias. El editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum, acababa de anunciar por Todo Noticias que Echegaray lo había llamado para pedirle “disculpas” por la inspección que el Grupo consideró una “intimidación”. “Nosotros les rompimos el culo ayer a diez concesionarias y ningún medio salió a hablar de intimidación”, desafió a principios de la tarde un alto funcionario de la Administración Fiscal de Ingresos Públicos. El mismo hombre luego negó todo. “Fue un error gravísimo. No te puedo decir más. Disculpame”, remató.
EL OPERATIVO FUE NOTICIA MUNDIAL. El avance sobre el Grupo Clarín fue reflejado por la prensa extranjera de la región y Europa. En Brasil, los sitios web de los diarios Folha de San Pablo y O Globo reflejaron la “pesquisa”. El Observador de Uruguay informó que inspectores “rodearon” al medio. El episodio valió el principal título de la versión online de los madrileños El País y El Mundo que hablaron de inspectores que “tomaron” el diario y de una “operación relámpago”. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
Un par de horas después del desembarco en el edificio de Barracas, los sabuesos del jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, fueron a husmear en el centro de convenciones de La Rural que explota Francisco de Narváez (además de diputado opositor, dueño de medios). También en la productora GP Media, la más usada por América TV, el canal insignia de Daniel Vila, José Luis Manzano y De Narváez.
Todo parecía dispuesto para el choque de los mundos. Pero al caer el sol, Echegaray izó la bandera blanca. Pidió disculpas en su despacho ante una cámara del canal Todo Noticias (de Clarín), aclaró por escrito que él no había ordenado “ningún procedimiento especial de inspección física” y anunció que había echado a los dos responsables del operativo.
En minutos, el discurso oficial viró de golpe. Tras haber argumentado que las visitas se harían a todos los grandes contribuyentes (ver recuadro abajo), los funcionarios con los que dialogó este diario pasaron a considerarlas “un error gravísimo de timing” por la simultaneidad con el debate de la ley de medios en el Congreso. En Olivos ya habían tomado nota de que la avanzada –que adelantó el domingo Crítica de la Argentina– les podía hacer perder aliados parlamentarios, como los del socialismo.
Justo cuando el batallón de la AFIP llegaba a Clarín, varios de sus popes compartían una reunión secreta con accionistas de otro multimedios opositor, el Grupo UNO. El director de Relaciones Externas de Clarín, Jorge Rendo, encabezaba la tenida donde también cafeteaban el director de Asuntos Públicos del Grupo, Pablo Casey, y el presidente de América TV, Daniel Vila. De Narváez se sumó un poco más tarde. Venía de sacarse la foto en el Senado junto a Julio Cobos, Mauricio Macri, Gabriela Michetti y Ernesto Sanz.
Los ejecutivos se enteraron ahí del operativo fiscal en Clarín. Fuentes empresariales contaron que fue por eso que los dos multimedios (históricos enemigos que ahora trabajan en conjunto) arribaron antes que nadie con sus móviles a la redacción de Barracas. Por eso en las conferencias de prensa que dieron los jefes del diario –como Ricardo Kirschbaum, Ricardo Roa y Martín Etchevers– solo había dos micrófonos: TN y América 24.
Los empresarios llegaron a la misma conclusión, que no harán pública por ahora: quien envió a los sabuesos fue Néstor Kirchner. Según ellos, el ex presidente estalló de furia por las portadas inusitadamente opositoras que el diario de Noble publicó en los últimos días. Incluso en la cumbre secreta de ayer se evaluó también que lo había sacado de las casillas escuchar a Mirtha Legrand comentar que el Gobierno le recordaba “a los regímenes fascistas”.
Los dueños de medios –y el “ala blanda” del kirchnerismo– evaluaron que la pirueta que ensayó el jefe de la AFIP sólo se explicaba si quien ordenó las inspecciones fue Néstor, sin el consentimiento de la Presidenta. Siempre según esa versión, fue recién por la tarde y con el escándalo desatado que desde la Casa Rosada obligaron Echegaray a desdecirse.
Los inspectores apenas lograron labrar actas formales. Aunque Clarín dijo que había entregado “toda la información solicitada”, en la AFIP dijeron que no habían llegado a recolectar ningún dato. Iban para controlar que los empleados estuvieran en regla y la empresa con sus aportes previsionales al día.
DE LA EUFORIA AL ARREPENTIMIENTO. A las cuatro de la tarde, el despacho de Ricardo Echegaray con vista a la Pirámide de Mayo se había convertido casi en el cuartel general de la Liga de la Justicia. Cerca del jefe recaudador ya se imaginaban populosas movilizaciones contra el Grupo Clarín, una vez que se hicieran públicos los casos de evasión que dicen tener comprobados en sus empresas. Pero poco después de las seis lo cruzaba un silencio sepulcral, de ésos que se oyen sólo antes de las renuncias. El editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum, acababa de anunciar por Todo Noticias que Echegaray lo había llamado para pedirle “disculpas” por la inspección que el Grupo consideró una “intimidación”. “Nosotros les rompimos el culo ayer a diez concesionarias y ningún medio salió a hablar de intimidación”, desafió a principios de la tarde un alto funcionario de la Administración Fiscal de Ingresos Públicos. El mismo hombre luego negó todo. “Fue un error gravísimo. No te puedo decir más. Disculpame”, remató.
EL OPERATIVO FUE NOTICIA MUNDIAL. El avance sobre el Grupo Clarín fue reflejado por la prensa extranjera de la región y Europa. En Brasil, los sitios web de los diarios Folha de San Pablo y O Globo reflejaron la “pesquisa”. El Observador de Uruguay informó que inspectores “rodearon” al medio. El episodio valió el principal título de la versión online de los madrileños El País y El Mundo que hablaron de inspectores que “tomaron” el diario y de una “operación relámpago”. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).