El titular de la CGT, Hugo Moyano, sostuvo que los autores de la muerte de José Ignacio Rucci, dirigente metalúrgico y ex secretario general de la CGT, deben ser juzgados por “crímenes de lesa humanidad”. “Si la justicia no es para todos, no es justicia”, dijo cuando ayer, en el curso de una entrevista radial, le preguntaron si esos hechos podían equipararse a los cometidos por los militares durante la dictadura militar de 1976.
La opinión de Moyano, cuyos orígenes se encuentran en la derechista Juventud Sindical (Jotaperra), colisiona con la postura oficial y deja en situación deslucida tanto a ex militantes montoneros como a miembros de organismos de derechos humanos que, en los últimos tiempos, suelen compartir escenarios y tribunas con el camionero. Tal el caso de Carlos Kunkel, Juan Carlos Dante Gullo, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini o el hijo de desaparecidos Juan Cabandié.
Además de Rucci, el secretario general de la CGT involucró en su comentario a otro metalúrgico, Augusto Timoteo Vandor, muerto a tiros (se presume que también por Montoneros) un par de años antes en la sede del gremio en la calle La Rioja. “Se debe juzgar a todos los que asesinaron y mataron (sic) a esos dirigentes y a otras personas más. Estoy total y absolutamente de acuerdo”.
Montoneros reivindicó, asimismo, el atentado que costó la vida al secretario general de la construcción Rogelio Coria. Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), en tanto, firmaron una acción similar dirigida contra el líder de los mecánicos, Dirk Kloosterman, y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) –que no actuaba contra blancos civiles– asumió el operativo que terminó con la vida del secretario general de la FOTIA, Atilio Santillán. Aunque explicó que la decisión se había adoptado al saber que Santillán había entregado al Ejército a varios de sus militantes.
En aquellos días, la lucha por el poder sindical tenía inusuales niveles de violencia y los cargos y estructuras eran defendidos a sangre y fuego. Sólo la provincia de Córdoba, con Agustín Tosco, los sindicatos de empresa de FIAT, los comités de empresa clasistas de IKA-Renault y, en 1975, las llamadas “coordinadoras” bonaerenses y, en especial, de la ribera del Paraná, había logrado romper con el control monolítico de la CGT y las 62.
La muerte de Rucci (recordada ahora por la aparición del libro Operación Traviata, escrito por el periodista Ceferino Reato) ocurrió hace 25 años, el 25 de septiembre de 1973 y fue producto de una larga tarea de inteligencia previa. Pero la acción, se dijo en aquel momento, no estuvo inspirada en las disputas por la conducción del movimiento obrero sino, antes bien, por la lucha política en el seno del peronismo. Los Montoneros creían que con la muerte de Rucci desaparecía el punto sobre el que gravitaba la estrategia de Juan Domingo Perón. La ruptura de ese equilibrio abriría la perspectiva de convertir a Montoneros en base de sustentación del régimen. (Fuente: Critica de la Argentina).
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