Alejandro Antonini Wilson, habló por primera vez desde aquella madrugada del 4 de agosto del año pasado cuando aterrizó junto a una comitiva oficial en el Aeroparque metropolitano portando una maleta con 800 mil dólares. En sus primeras dos horas como testigo, confirmó que esa plata no era suya, que Claudio Uberti le ofreció “lo que quisiera” a modo de agradecimiento por hacerse cargo de la valija, y que en ese vuelo llegaron también otros u$s 4.200.000, según le reveló quien era presidente de PDVSA en Argentina, Diego Uzcátegui.
Después de dar su nombre, apellido y nacionalidades –también tiene la ciudadanía norteamericana–, se reconoció como un hombre de negocios, dueño de la sociedad Venus Supply, dedicada a la importación.
–¿Dónde estaba el 3 de agosto? –le preguntó el fiscal Thomas Mulvihill.
–Había viajado desde Estados Unidos a Caracas para ir a un asado por un cumpleaños de un amigo
Antonini dijo que durante esa visita se alojó en el hotel Melliá y que al mediodía participó de un almuerzo con Diego Uzcátegui Matheus, Uberti, su secretaria, Victoria Bereziuk, y otros funcionarios venezolanos.
–¿Sabía en ese entonces quién era Claudio Uberti? –preguntó el fiscal.
–The head (el titular) of the Occovi –respondió el venezolano en un inglés caribeño. The minister of roads (el ministro de las rutas) –especificó.
En esa comida, explicó los argentinos lo invitaron a volar con ellos a Buenos Aires porque le comentaron que se acababa de abrir la licitación para un gasoducto (se puede estar refiriendo al gasoducto GNEA, que se licitó en esa época bajo la dirección de Enarsa, cuyo titular, Exequiel Espinosa, alquiló y voló en el avión que los trajo de Caracas). Con esa simple razón, Antonini cambió sus planes para el fin de semana y decidió viajar a Buenos Aires. El relato de la llegada a Aeroparque fue el primer punto de una declaración que no hizo más que complicar al gobierno argentino y al venezolano.
Antonini dijo que su maleta fue a parar a uno de los autos oficiales, que agarró una al azar como para colaborar en el trámite del escaneo y que ahí dentro aparecieron los 800 mil dólares. Entonces todo se hizo vertiginoso: lo llevaron a la terminal principal del aeropuerto, comenzaron a contar la plata, con él sólo estaba Daniel Uzcátegui, el hijo del titular de PDVSA que se quedó a su lado durante todo el trámite. Daniel, declaró Antonini, sacó dinero de la valija mientras esperaban el conteo de los dólares. Por esa razón, según su testimonio, aparecieron u$s 790.550 en la cifra final.
Terminado el trámite aduanero, a las 8.30 de la mañana, había un auto oficial argentino esperándolo a la salida para llevarlo al Sofitel de la calle Arroyo, un hotel que fue pagado por PDVSA pero reservado por la secretaria de Uberti. A las 7.57, según los registros telefónicos que constan en el expediente argentino, Uberti estaba llamando por primera vez al secretario de Néstor Kirchner, un minuto después se comunicó con la residencia de Olivos y a las nueve, mal dormido, se reunió con el entonces presidente.
Antonini declaró entonces que el domingo 4 Uberti lo fue a ver al hotel: “Me ofreció todo lo que quisiera de la Argentina y me dijo que le había hecho un gran bien a él y al país”. Más tarde, relató en el juicio, el venezolano se reunión con Diego Uzcátegui, el titular de PDVSA argentina, en su hotel. “Le pregunté por qué había quedado yo metido en medio de esto –dijo Antonini–, y él me respondió: ‘¿Dónde está el resto del dinero?’. ‘¿De qué me hablas?’, le dije y él me dijo: ‘Había otra maleta con 4,2 millones’”.
Esta versión sobre el ingreso de otras maletas que no fueron controladas, no es una irracionalidad si se sigue de cerca el expediente argentino del caso Antonini Wilson. En los controles de Aeroparque la noche del 4 de agosto había dos organismos distintos: la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), representada por María Luján Telpuk , quien declaró que ella escaneó todas las valijas esa madrugada, y la aduana argentina, cuyo oficial, Jorge Lamastra, participó del operativo. Lamastra declaró ante la justicia local que se hizo un control selectivo, que es el tipo de control que la Aduana tiene que hacer de acuerdo a lo que prevé el Código Aduanero. En el caso de la terminal sur, como no existen los semáforos que hay en las terminales comerciales, el aduanero es el que selecciona al azar parte del equipaje para controlar. De acuerdo a lo declarado por Telpuk –quien mañana volverá a Tribunales– la valija con los dólares fue la anteúltima en ser escaneada. La pregunta es, ¿le pasaron todo el equipaje? De acuerdo a lo que dijo Lamastra, se hizo una selección, como se suponía que debía hacerlo la aduana. Además, un croquis edilicio mostraría que algunos movimientos de valijas podían quedar afuera de la mirada de la PSA.
Antes de terminar la jornada, confirmó que Bereziuk lo pasó a buscar el lunes 5 por el hotel y lo llevó junto a una funcionaria venezolana al acto de Chávez y Kirchner en el Salón Blanco de Casa Rosada. El Gobierno niega que haya entrado el valijero a Gobierno al igual que Julio De Vido niega haberlo visto esa tarde. Antonini desmintió a los dos. “He gives me a briefly hello” (me dio un saludo al pasar) y me palmeó la espalda”, reveló ayer en su primer día como testigo. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
Después de dar su nombre, apellido y nacionalidades –también tiene la ciudadanía norteamericana–, se reconoció como un hombre de negocios, dueño de la sociedad Venus Supply, dedicada a la importación.
–¿Dónde estaba el 3 de agosto? –le preguntó el fiscal Thomas Mulvihill.
–Había viajado desde Estados Unidos a Caracas para ir a un asado por un cumpleaños de un amigo
Antonini dijo que durante esa visita se alojó en el hotel Melliá y que al mediodía participó de un almuerzo con Diego Uzcátegui Matheus, Uberti, su secretaria, Victoria Bereziuk, y otros funcionarios venezolanos.
–¿Sabía en ese entonces quién era Claudio Uberti? –preguntó el fiscal.
–The head (el titular) of the Occovi –respondió el venezolano en un inglés caribeño. The minister of roads (el ministro de las rutas) –especificó.
En esa comida, explicó los argentinos lo invitaron a volar con ellos a Buenos Aires porque le comentaron que se acababa de abrir la licitación para un gasoducto (se puede estar refiriendo al gasoducto GNEA, que se licitó en esa época bajo la dirección de Enarsa, cuyo titular, Exequiel Espinosa, alquiló y voló en el avión que los trajo de Caracas). Con esa simple razón, Antonini cambió sus planes para el fin de semana y decidió viajar a Buenos Aires. El relato de la llegada a Aeroparque fue el primer punto de una declaración que no hizo más que complicar al gobierno argentino y al venezolano.
Antonini dijo que su maleta fue a parar a uno de los autos oficiales, que agarró una al azar como para colaborar en el trámite del escaneo y que ahí dentro aparecieron los 800 mil dólares. Entonces todo se hizo vertiginoso: lo llevaron a la terminal principal del aeropuerto, comenzaron a contar la plata, con él sólo estaba Daniel Uzcátegui, el hijo del titular de PDVSA que se quedó a su lado durante todo el trámite. Daniel, declaró Antonini, sacó dinero de la valija mientras esperaban el conteo de los dólares. Por esa razón, según su testimonio, aparecieron u$s 790.550 en la cifra final.
Terminado el trámite aduanero, a las 8.30 de la mañana, había un auto oficial argentino esperándolo a la salida para llevarlo al Sofitel de la calle Arroyo, un hotel que fue pagado por PDVSA pero reservado por la secretaria de Uberti. A las 7.57, según los registros telefónicos que constan en el expediente argentino, Uberti estaba llamando por primera vez al secretario de Néstor Kirchner, un minuto después se comunicó con la residencia de Olivos y a las nueve, mal dormido, se reunió con el entonces presidente.
Antonini declaró entonces que el domingo 4 Uberti lo fue a ver al hotel: “Me ofreció todo lo que quisiera de la Argentina y me dijo que le había hecho un gran bien a él y al país”. Más tarde, relató en el juicio, el venezolano se reunión con Diego Uzcátegui, el titular de PDVSA argentina, en su hotel. “Le pregunté por qué había quedado yo metido en medio de esto –dijo Antonini–, y él me respondió: ‘¿Dónde está el resto del dinero?’. ‘¿De qué me hablas?’, le dije y él me dijo: ‘Había otra maleta con 4,2 millones’”.
Esta versión sobre el ingreso de otras maletas que no fueron controladas, no es una irracionalidad si se sigue de cerca el expediente argentino del caso Antonini Wilson. En los controles de Aeroparque la noche del 4 de agosto había dos organismos distintos: la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), representada por María Luján Telpuk , quien declaró que ella escaneó todas las valijas esa madrugada, y la aduana argentina, cuyo oficial, Jorge Lamastra, participó del operativo. Lamastra declaró ante la justicia local que se hizo un control selectivo, que es el tipo de control que la Aduana tiene que hacer de acuerdo a lo que prevé el Código Aduanero. En el caso de la terminal sur, como no existen los semáforos que hay en las terminales comerciales, el aduanero es el que selecciona al azar parte del equipaje para controlar. De acuerdo a lo declarado por Telpuk –quien mañana volverá a Tribunales– la valija con los dólares fue la anteúltima en ser escaneada. La pregunta es, ¿le pasaron todo el equipaje? De acuerdo a lo que dijo Lamastra, se hizo una selección, como se suponía que debía hacerlo la aduana. Además, un croquis edilicio mostraría que algunos movimientos de valijas podían quedar afuera de la mirada de la PSA.
Antes de terminar la jornada, confirmó que Bereziuk lo pasó a buscar el lunes 5 por el hotel y lo llevó junto a una funcionaria venezolana al acto de Chávez y Kirchner en el Salón Blanco de Casa Rosada. El Gobierno niega que haya entrado el valijero a Gobierno al igual que Julio De Vido niega haberlo visto esa tarde. Antonini desmintió a los dos. “He gives me a briefly hello” (me dio un saludo al pasar) y me palmeó la espalda”, reveló ayer en su primer día como testigo. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
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