Esta imagen nos puede inducir a pensar que estamos frente de algún tipo de momumento faraónico o de catedral subterránea, pero nada que ver... simplemente se trata de un inmenso depósito de agua excavado en el subsuelo Tokio, formado por una red de túneles, tanques y bombas, construido para asegurar que ninguna tormenta se trague a la ciudad.
Tiene un tamaño mayor a la de dos campos de fútbol, y está repleta de columnas de hormigón armado que aguantan el techo, a unos nueve pisos de altura.
Es el último trecho del proyecto G-can que empezó a construirse para evitar las habituales inundaciones en la época de los monzones en la capital japonesa, donde una quinta parte de los residentes vive bajo el nivel del mar. Esta red de alcantarillado abarca 6.4 kilómetros de túneles que interconectan 5 depósitos cilíndricos de 49 millones de litros cada uno, a 50 metros bajo tierra. Desde aquí, cuatro turbinas de 14.000 caballos (las mismas que podríamos encontrar en un Boeing 737) son capaces de bombear 190.000 litros de agua por segundo hasta el cercano río Edogawa. Es una buena idea que los alcaldes de otras ciudades que también se suelen inundar podrían copiar. Claro que la factura de 1.290 millones de euros que ha costado este proyecto puede desanimarles, y mucho. (Fuente: Revista Popular Science).

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