¿Cuantos enemigos puede soportar un gobierno?

Publicado por Mamelovich | viernes, septiembre 05, 2008 | , | 0 comentarios »

Siempre se ha dicho, por los distintos medios de prensa, por parte de propios y extraños, que el ex presidente Néstor Kirchner tiene una visión muy particular de la política, puesto que la entiende y la ejerce como una especie de combate, buscando siempre la confrontación.
Es más, su propio ingreso al primer plano de la política nacional, está imbuido de confrontación: Primero fue contra la figura paradigmática de Carlos Saúl Menem y su política de los años 90, tratando de captar el gran descontento de un pueblo que estaba harto de los negociados, de la entrega del estado, de la corrupción y que reclamaba con fuerza. “que se vayan todos”. Aún cuando el propio Kirchner había sido partícipe de esas políticas, de esos palcos, de esos personajes y de esas ideas, a través de la confrontación logró despegarse de ese cartel y llegar al poder.
Ya instalado en Casa Rosada, su nuevo enemigo fue la Corte Suprema de Justicia de la Nación, llena de los vicios propios del gobierno Menemista, la corte era un enemigo ideal en la batalla por ganar consenso… Kirchner lo entendió, dio batalla y la ganó.
Después llegó el matrimonio Duhalde (de cuya mano habían llegado al primer plano de la política, cuando realmente eran poco conocidos), y luego de un duro enfrentamiento mano a mano de Néstor contra Eduardo y de Cristina contra Chiche, el matrimonio K volvió a la victoria, siguiendo su camino en busca de un nuevo rival a quien devorarse para seguir consolidando su poder.
Y la lista de enemigos siguió creciendo, vinieron los militares (y los sectores civiles ligados ideológicamente) con el tema de la revisión de las viejas causas penales, la re-estructuración de la fuerza y cosas por el estilo.
Hasta aquí, su estrategia fue útil y brillante: en un país sumido en la anarquía, con la figura del poder ejecutivo por el piso, debilitada, donde los presidentes cambiaban más rápido que el almanaque, era imprescindible volver a centrar el poder en la figura presidencial, algo que Néstor Kirchner hizo con precisión quirúrgica, eligió los enemigos y las batallas correctas y encaminó con liderazgo, un gobierno que parecía no tener solución. Como así también, sumó aliados para formar un frente común y evitar algunas batallas, por ejemplo los piqueteros y los radicales K.
Pero como ha ocurrido en muchísimos casos a lo largo de toda la historia… cuando alguien concentra tanto poder en sus manos… lo absorbe, se embriaga y pierde el Norte. La persona, empieza a confundir su propio destino con el destino del poder que representa y aunque ya no sea necesario (e incluso sea contraproducente) sigue buscando más poder, combatiendo a cualquiera que no muestre sumisión a su figura… y así comenzaron los errores.
Como no había grandes rivales a quien combatir (puesto que los K, ya los habían controlado a todos) sus nuevos enemigos ya no eran tan claros, como tampoco eran tan evidentes sus razones y si bien las batallas continuaron, sus resultados no dejaban tantos dividendos, ya no se lograba el consenso como antes, al contrario, a veces se perdía.
Así llegaron los nuevos enemigos del matrimonio K: la Iglesia que se metía en cosas que no les correspondía, el periodismo que organizaba campañas de desprestigio, y en definitiva todo aquel tuviera el tupe, de referirse a sus actos de gobierno con un tono crítico, era un potencial enemigo. Y se comenzó a marcar una tendencia que se haría más evidente en el 2do período a cargo de CFK.
En este 2do período, los enemigos comenzaron a ser más numerosos, de sectores muy diversos y hasta internacionales. Así apareció el complot americano, detrás del tema de la valija de dólares y Antonini Wilson, la oposición desestabilizadora con la figura de Carrió a la cabeza, los piqueteros de la abundancia, la puta oligarquía, el grupo Clarín, la mesa de enlace y por último, enemigos que por su extracción ideológica, sus banderas o los acuerdos, deberían ser aliados: la vieja guardia del peronismo que reaparece para dar batalla, los radicales K que abandonaron el barco y se plantaron en la oposición, el MTS, el polo obrero armando un complot para desestabilizar el gobierno de CFK con aerosoles, piedras y fuego, la Corriente Clasista y Combativa, parte de la CGT dirigida por Luis Barrionuevo y gente que abandonó el gobierno y desde el llano dijeron sus cositas como el Ex Ministro Lousteau y el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, más algunos otros que seguramente se quedarán en el tintero.
¿No serán demasiados enemigos para una sola administración? Muchos ciudadanos que adhieren a la política del matrimonio K, están convencidos de que todas estas cosas son solo manipulaciones de prensa o intereses sectoriales y que en la futura contienda electoral del 2009 las cosas se pondrán nuevamente en orden, porque hay todo un país silencioso que los respalda y piensa como ellos. Si bien nadie tiene la verdad absoluta y menos en política, pareciera ser que el famoso dominio K está perdiendo efectividad, cuando sus propios legisladores le votan en contra en el Congreso, cuando el propio Hugo Moyano se despacha con algunas críticas y reconoce que hay inflación, por más que desde olivo intenten decir que no existe, cuando el gobierno se ve obligado a reunirse con los traidores que votaron en contra como Carlos Reutemann, Luis Schiareti, Julio Cobos, Jorge Busti, etc.
El gobierno entendió con el conflicto del campo, que algo estaba haciendo mal y cambio las formas y las maneras de manejarse públicamente, dió conferencias de prensa, bajo el tono en sus discursos y comenzó a visitar el interior con asiduidad; pero en el fondo, no se cambió absolutamente nada.
Lo que ocurre es que no pueden asimilar la idea de que el conflicto ya no suma… sino que al contrario resta, les cuesta abandonar esa fórmula triunfal que les permitió llegar a la cumbre de la política argentina; pero si no hacen un esfuerzo y logran darse cuenta que gobiernan para todo un país y no solo para el sector que piensa u opina como ellos; sino ven que la realidad cambia a una velocidad vertiginosa y que en política el único pecado que no se perdona es la lentitud, esa fórmula que los llevó al éxito los hundirá irremediablemente en el fracaso. (Fuente: Nuestra Redación de Tiempo de descuento).

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