Y descendió Elisa María Avelina a la playa y habló a los bañistas diciendo: “Estoy muy abierta de mente este verano. Muy amplia”. Y unos comprendieron que la líder estaba dispuesta a llegar lejos junto a Mauricio Macri, por qué no a la Presidencia. Otros creyeron que tan sólo quería dialogar. Compartir un café, como mucho. Y hubo quienes no entendieron nada. Pero el encriptado mensaje no es indescifrable. ¿Qué dice la líder de la Coalición Cívica cuando habla? Aquí una guía para comprender el Código Carrió.
Entusiasmada por el avance judicial de la causa que inició contra Néstor Kirchner por un combo delictivo que incluye la asociación ilícita, la ex diputada encontró una sólida excusa que le permite justificar la amplitud política que comenzó a pregonar en las cercanías de la Navidad. “La batalla es contra el régimen, la guerra es contra el gobernante de facto”, repite. Entiende que la lucha por la República debe ser lo suficientemente efectiva como para herir de muerte al adversario en el primer turno electoral y reemplazarlo en 2011. Fue así como en unas pocas semanas Carrió pasó de la soledad a acordar con radicales, socialistas y Luis Juez. Y a abrirle la puerta a Felipe Solá y finalmente al PRO.
Pero ¿piensa en Mauricio Macri cuando habla del PRO? Por ahora no. Cuando habla de Macri –aunque algunos medios se encaprichen o entusiasmen con otra cosa–, Carrió está pensando en una fracción del macrismo. Se refiere a ese espacio todavía desperdigado que de a ratos une al diputado Federico Pinedo con la vicejefa Gabriela Michetti, el secretario general de Gobierno, Marcos Peña, y a un puñado de funcionarios porteños que también muestran grietas entre sí.
El guiño a ese sector es apenas un ladrillo en la ingeniería electoral que Carrió imagina para este año. Y tiene tanto de alianza como de pacto de no agresión. En un sector de la Coalición Cívica, especialmente la diputada Patricia Bull-rich, creen que octubre debe ser el momento de confluencia de toda la oposición en una lista única, que incluya al PRO. “Un acuerdo nacional pero no del distrito”, dijo la jefa del partido. La propuesta en apariencia racional encierra una trampa: el macrismo es una fuerza exclusivamente distrital. Pese a los esfuerzos de Pinedo por hacer crecer al partido, en las provincias el PRO no es más que un salpicré de adherentes que no comparten personería jurídica.
¿Cómo sería entonces ese acuerdo “nacional pero no distrital” con una fuerza que no es nacional sino distrital? En la Jefatura de Gobierno ya están casi convencidos de que en 2009 la Ciudad mantendrá la tradición electoral que inició con su autonomía: continuarán separados los comicios a legisladores porteños de la elección para diputados nacionales. El objetivo del PRO es ganar el turno de julio para ampliar su poder parlamentario local. Si finalmente acepta, es allí donde competirá la figura más prominente del macrismo: Michetti.
Ése es el escenario que más entusiasma a la propia Carrió, ya que no tendrá que competir con su adversaria afín. Por eso Lilita está dispuesta a ofrecer un acuerdo de no agresión para julio. Ya decidió que en esa no pelea deberá participar el diputado nacional Adrián Pérez, también adversario-afín de Michetti.
El segundo capítulo del acuerdo será para octubre, donde un sector de la Coalición Cívica se imagina compartiendo una lista con el PRO y el resto de los aliados del frente republicano. Carrió cedería lugares para erigirse en la cabeza del “gran pacto parlamentario opositor”, y el juego le serviría al macrismo para disimular la muy probable derrota que debería digerir en octubre si compite en soledad.
Pero el mensaje y la estrategia de Lilita no terminan de cerrar dentro de su propio espacio. El sector del ARI nacional que conducen las diputadas Elsa Quiroz, Marcela Rodríguez y el propio Pérez piensa que es muy complicado confluir en un armado nacional con un partido con el que hay diferencias de fondo, aunque tampoco tienen claro hacia dónde va Carrió. Creen –porque sorprendentemente aún no han hablado sobre el tema con su líder– que la ex candidata a la presidencia está tratando de revertir la imagen de intransigente que construyó en una década. Suponen esta vez que Carrió quiere evitar que se diga que ella obstaculiza un acuerdo amplio. Pero la amplitud no es gratuita. Y las sumas suponen restas: socialistas y radicales ya dijeron que por ahí no hay camino.
Pero ni los que acuerdan ni los que desacuerdan saben en verdad qué ocurrirá. Deberán esperar a que la profeta descienda nuevamente. Y hable.
Parte de mi religión
Mauricio Macri volverá hoy a la ciudad después de unos días de descanso en Punta del Este y ya tiene agendada una actividad para mañana: el almuerzo de los lunes. Se trata de la reunión de gabinete acotado que comparte con su vicejefa, Gabriela Michetti; el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta; el secretario general, Marcos Peña, y el presidente del PRO, José Torello. Aún no lo hablaron, pero ya tienen plato principal: analizar el convite encriptado que lanzó Elisa Carrió para confluir en un acuerdo electoral-parlamentario para los comicios de este año.
“Separados en julio y juntos en octubre. La estrategia nos cierra si ganamos más legisladores para la ciudad. Pero no creo que Mauricio tenga el sí fácil. Carrió lleva años diciendo barbaridades de él. Y él no tiene problemas de memoria”, anticipó un referente de PRO.
Si no acepta, Macri corre el riesgo de enfrentar una derrota territorial que podría truncarle sus planes nacionales a futuro. “Algún acuerdo va a tener que hacer. En parte, Carrió lo tiene atrapado”, analizó otro dirigente macrista. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).

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