El espacio de intelectuales Carta Abierta, que tan firmemente defendió al Gobierno a lo largo del conflicto agrario, encontró su contraparte, su adversario en el universo de las ideas: se trata del Club Político Argentino, un grupo de intelectuales, periodistas y profesores, críticos todos del modelo kirchnerista. ¿Son anti-K puros, entonces? “No somos opositores”, aclaran el sociólogo Vicente Palermo y el periodista Daniel Muchnik, dos de sus miembros, pero le achacan al Gobierno su “populismo polarizante”. Si bien el CPA se reúne desde principios de año, o sea, antes del conflicto rural que parió a Carta Abierta, este martes tendrá una especie de presentación pública en el Club del Progreso, usual escenario de sus almuerzos “de debate y propuestas”.
Por los autodenominados “conversatorios políticos” del Club, de bajísimo perfil todos, ya pasaron dirigentes como el gobernador santafesino Hermes Binner; los diputados Felipe Solá (PJ) y Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica; la vicejefa del gobierno porteño Gabriela Michetti; y el presidente de Federación Agraria, Eduardo Buzzi. De funcionarios o legisladores oficialistas, nada, por ahora. “Invitar, invitamos, pero no vinieron. Igual, no perdemos las esperanzas para los próximos encuentros”, aclara María Matilde Ollier, otra integrante del CPA de la primera hora. El senador Daniel Filmus y Juan Abal Medina, segundo de la Jefatura de Ministros, prometieron su presencia, pero se bajaron a último momento.
El Club arrancó en febrero, “antes del tembladeral político que traería la 125, pero ya con la idea compartida de que el ‘kirchnerismo glorioso’ y su desfile triunfal se agotaban. Después se instaló esa polarización horrorosa que confirmó que íbamos por buen camino”, explica Palermo, principal impulsor del CPA. Hoy, el Club tiene una decena de miembros plenos y unos 40 socios simpatizantes.
El primer viernes de cada mes se juntan en un salón apartado del Club del Progreso, toda una institución política no oficial desde 1852; también pasaron por el restaurante Florentina y hasta por una de las sucursales de la cadena de pizzerías Los Inmortales. A las reuniones van Muchnik y su colega José “Pepe” Eliaschev; Juan Tokatlian, director del área de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés; Ollier, politóloga de la Universidad de San Martín; los sociólogos Marcos Novaro y Antonio Camou; el ingeniero Carlos Mundt y el licenciado Federico Merke, entre otros.
¿Qué valores o ideologías los vinculan? “Compartimos el campo progresista. Pero más que un sistema cerrado de ideas, apuntamos a pensar programas y proyectos, que es lo que está faltando”, responde Ollier, que gambetea definiciones de clima setentista.
El objetivo del Club es, opina Tokatlian, “generar un espacio de encuentro no sólo para intelectuales.
Reivindicamos la política y queremos darle densidad a su debate. Combatimos cierto retraimiento por parte de la sociedad”. De eso mismo trató el primer documento del Club, una suerte de declaración de principios que, en su apología del compromiso político, de “enchastrarse”, aporta Muchnik, coincidiría sin traumas con el espíritu del espacio Carta Abierta.
La paz, en cambio, se acabó con el segundo pronunciamiento del CPA, con fecha de julio. “Ahí tomamos posición ante el conflicto del campo. Criticamos cierta simplificación del Gobierno y se evidenció la tensión con Carta Abierta, porque ellos representan la línea vertical K”, opina Muchnik.
A lo largo de 13 páginas, objetaron los planteos “polarizadores” del Gobierno, su crispación, su anacronismo y su búsqueda de hacer “caja”. A los intelectuales de Carta Abierta, sin nombrarlos, les achacaron “agitar el fantasma de ‘lo destituyente’”, una palabra patentada por ese espacio para suavizar la otra, más dura, la de golpismo. “En cualquier caso, la discusión, si no cae en temas personales, es positiva”, se entusiasman desde el Club.
Si bien el CPA no es un partido político, ni asesora exclusivamente a uno, varios de sus miembros, Palermo, Novaro, Ollier, entre otros, colaboraron con el Frepaso, “una gran frustración”, coinciden. Saben, entonces, de los riesgos que guarda el vínculo, histórico, tradicional, entre política e intelectualidad.
“La idea es achicar esa brecha”, apuesta Ollier. “Queremos mantenernos autónomos. Siempre hay peligro en jugar a ser el consejero del Príncipe”, admite Palermo. Por ahí va el Club Político Argentino.
Los pronunciamientos del colectivo kirchnerista
Ya son cuatro los documentos que produjo Carta Abierta, el espacio que nació en pleno conflicto agrario en defensa del Gobierno, y que está integrado por más de mil figuras del arte, las ciencias y la cultura como el sociólogo Horacio González, el filósofo José Pablo Feinmann y el escritor David Viñas.
A mediados de mayo, la primera carta afirmaba que “un clima destituyente se ha instalado”. “No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones”.
En su segundo documento, el 4 de junio, Carta Abierta cargó contra “los medios concentrados de comunicación” y pidió “una nueva ley de Radiodifusión”.
En su tercera carta, nominaron “nueva derecha” a “una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología”. “Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos”.
El último documento público de este colectivo, a fines de septiembre, repartió críticas y elogios para el gobierno nacional. (Fuente Diario critica de la Argentina).
Por los autodenominados “conversatorios políticos” del Club, de bajísimo perfil todos, ya pasaron dirigentes como el gobernador santafesino Hermes Binner; los diputados Felipe Solá (PJ) y Patricia Bullrich, de la Coalición Cívica; la vicejefa del gobierno porteño Gabriela Michetti; y el presidente de Federación Agraria, Eduardo Buzzi. De funcionarios o legisladores oficialistas, nada, por ahora. “Invitar, invitamos, pero no vinieron. Igual, no perdemos las esperanzas para los próximos encuentros”, aclara María Matilde Ollier, otra integrante del CPA de la primera hora. El senador Daniel Filmus y Juan Abal Medina, segundo de la Jefatura de Ministros, prometieron su presencia, pero se bajaron a último momento.
El Club arrancó en febrero, “antes del tembladeral político que traería la 125, pero ya con la idea compartida de que el ‘kirchnerismo glorioso’ y su desfile triunfal se agotaban. Después se instaló esa polarización horrorosa que confirmó que íbamos por buen camino”, explica Palermo, principal impulsor del CPA. Hoy, el Club tiene una decena de miembros plenos y unos 40 socios simpatizantes.
El primer viernes de cada mes se juntan en un salón apartado del Club del Progreso, toda una institución política no oficial desde 1852; también pasaron por el restaurante Florentina y hasta por una de las sucursales de la cadena de pizzerías Los Inmortales. A las reuniones van Muchnik y su colega José “Pepe” Eliaschev; Juan Tokatlian, director del área de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés; Ollier, politóloga de la Universidad de San Martín; los sociólogos Marcos Novaro y Antonio Camou; el ingeniero Carlos Mundt y el licenciado Federico Merke, entre otros.
¿Qué valores o ideologías los vinculan? “Compartimos el campo progresista. Pero más que un sistema cerrado de ideas, apuntamos a pensar programas y proyectos, que es lo que está faltando”, responde Ollier, que gambetea definiciones de clima setentista.
El objetivo del Club es, opina Tokatlian, “generar un espacio de encuentro no sólo para intelectuales.
Reivindicamos la política y queremos darle densidad a su debate. Combatimos cierto retraimiento por parte de la sociedad”. De eso mismo trató el primer documento del Club, una suerte de declaración de principios que, en su apología del compromiso político, de “enchastrarse”, aporta Muchnik, coincidiría sin traumas con el espíritu del espacio Carta Abierta.
La paz, en cambio, se acabó con el segundo pronunciamiento del CPA, con fecha de julio. “Ahí tomamos posición ante el conflicto del campo. Criticamos cierta simplificación del Gobierno y se evidenció la tensión con Carta Abierta, porque ellos representan la línea vertical K”, opina Muchnik.
A lo largo de 13 páginas, objetaron los planteos “polarizadores” del Gobierno, su crispación, su anacronismo y su búsqueda de hacer “caja”. A los intelectuales de Carta Abierta, sin nombrarlos, les achacaron “agitar el fantasma de ‘lo destituyente’”, una palabra patentada por ese espacio para suavizar la otra, más dura, la de golpismo. “En cualquier caso, la discusión, si no cae en temas personales, es positiva”, se entusiasman desde el Club.
Si bien el CPA no es un partido político, ni asesora exclusivamente a uno, varios de sus miembros, Palermo, Novaro, Ollier, entre otros, colaboraron con el Frepaso, “una gran frustración”, coinciden. Saben, entonces, de los riesgos que guarda el vínculo, histórico, tradicional, entre política e intelectualidad.
“La idea es achicar esa brecha”, apuesta Ollier. “Queremos mantenernos autónomos. Siempre hay peligro en jugar a ser el consejero del Príncipe”, admite Palermo. Por ahí va el Club Político Argentino.
Los pronunciamientos del colectivo kirchnerista
Ya son cuatro los documentos que produjo Carta Abierta, el espacio que nació en pleno conflicto agrario en defensa del Gobierno, y que está integrado por más de mil figuras del arte, las ciencias y la cultura como el sociólogo Horacio González, el filósofo José Pablo Feinmann y el escritor David Viñas.
A mediados de mayo, la primera carta afirmaba que “un clima destituyente se ha instalado”. “No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones”.
En su segundo documento, el 4 de junio, Carta Abierta cargó contra “los medios concentrados de comunicación” y pidió “una nueva ley de Radiodifusión”.
En su tercera carta, nominaron “nueva derecha” a “una serie de posiciones que se caracterizan por pensarse contra la política y contra sus derechos de ser otra cosa que gestión y administración de los poderes existentes. Una derecha que reclama eficiencia y no ideología”. “Tiene distintas inflexiones: desde la ilusoria eficiencia empresarial del macrismo hasta el intercambio directo de dones y rentas imaginado en Gualeguaychú, sin Estado, ni partidos, sólo con golpes de transparencia contra lo que llaman obstáculos”.
El último documento público de este colectivo, a fines de septiembre, repartió críticas y elogios para el gobierno nacional. (Fuente Diario critica de la Argentina).
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