La titular del INADI, María José Lubertino, conoció estos días el rigor del kirchnerismo. El martes cometió un “sincericidio” al justificar las manifestaciones callejeras contra Israel diciendo que ese país “violó las leyes del derecho internacional y se le vino en contra”. La frase fue repudiada por todo el arco de la dirigencia de la comunidad judía, y también cayó pésimo puertas adentro del Gobierno. El propio Néstor Kirchner se comunicó el miércoles con el ministro de Justicia, Aníbal Fernández –el jefe directo de Lubertino–, para pedirle que le transmita a su subordinada el enojo oficial por sus dichos. Fernández cumplió.
Ayer fue el jefe de Gabinete, Sergio Massa, el encargado de salir a “castigarla” por los medios: “Me da la sensación de que usó una frase poco feliz, desafortunada. Sobre todo porque en la Argentina logramos una convivencia entre religiones y tenemos que trabajar para mantenerla”, dijo en declaraciones radiales.
A pesar del enojo K contra la jefa del INADI, ayer en la Casa Rosada se descartó pedirle la renuncia, algo que se había estudiado días antes. Fuentes de la Jefatura de Gabinete dijeron a Crítica de la Argentina que Massa no se comunicó con Lubertino, pero decidió criticarla por los medios “para que entienda la posición del Gobierno sobre este tema, y sobre todo para que deje de opinar sobre cualquier cosa”. En el Gobierno decidieron que no sea Aníbal Fernández el encargado de diferenciarse de los dichos de Lubertino ante la prensa porque, al ser su jefe directo, debería entonces pedirle la renuncia de inmediato. La funcionaria no puede ser echada porque su cargo tiene mandato parlamentario. Lubertino evitó hacer pública su opinión sobre este cortocircuito con sus jefes políticos.
Otro funcionario que despegó al Gobierno de los dichos de Lubertino fue el embajador en Washington, Héctor Timerman, que dijo que “cualquiera tiene derecho a criticar al Estado de Israel, pero cuando se utiliza una esvástica hay un hostigamiento a la comunidad judía”.
En silencio, entonces, y tal como se lo pidieron sus superiores, Lubertino impulsó ayer la presentación de una denuncia del INADI ante la Justicia “en respuesta a las posibles manifestaciones antisemitas” que se produjeron estos últimos días, sobre todo la que ocurrió el lunes pasado frente al Hotel Intercontinental (cuyo dueño es el empresario Eduardo Elsztain) y frente a la sede la AMIA. Lubertino pidió también que la policía le informe sobre la cantidad de denuncias recibidas por posibles conductas antisemitas, solicitó al COMFER que le acerque el material filmado por los canales que cubrieron las manifestaciones contra Israel y exhortó al gobierno porteño a que tape las pintadas antisemitas. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
Ayer fue el jefe de Gabinete, Sergio Massa, el encargado de salir a “castigarla” por los medios: “Me da la sensación de que usó una frase poco feliz, desafortunada. Sobre todo porque en la Argentina logramos una convivencia entre religiones y tenemos que trabajar para mantenerla”, dijo en declaraciones radiales.
A pesar del enojo K contra la jefa del INADI, ayer en la Casa Rosada se descartó pedirle la renuncia, algo que se había estudiado días antes. Fuentes de la Jefatura de Gabinete dijeron a Crítica de la Argentina que Massa no se comunicó con Lubertino, pero decidió criticarla por los medios “para que entienda la posición del Gobierno sobre este tema, y sobre todo para que deje de opinar sobre cualquier cosa”. En el Gobierno decidieron que no sea Aníbal Fernández el encargado de diferenciarse de los dichos de Lubertino ante la prensa porque, al ser su jefe directo, debería entonces pedirle la renuncia de inmediato. La funcionaria no puede ser echada porque su cargo tiene mandato parlamentario. Lubertino evitó hacer pública su opinión sobre este cortocircuito con sus jefes políticos.
Otro funcionario que despegó al Gobierno de los dichos de Lubertino fue el embajador en Washington, Héctor Timerman, que dijo que “cualquiera tiene derecho a criticar al Estado de Israel, pero cuando se utiliza una esvástica hay un hostigamiento a la comunidad judía”.
En silencio, entonces, y tal como se lo pidieron sus superiores, Lubertino impulsó ayer la presentación de una denuncia del INADI ante la Justicia “en respuesta a las posibles manifestaciones antisemitas” que se produjeron estos últimos días, sobre todo la que ocurrió el lunes pasado frente al Hotel Intercontinental (cuyo dueño es el empresario Eduardo Elsztain) y frente a la sede la AMIA. Lubertino pidió también que la policía le informe sobre la cantidad de denuncias recibidas por posibles conductas antisemitas, solicitó al COMFER que le acerque el material filmado por los canales que cubrieron las manifestaciones contra Israel y exhortó al gobierno porteño a que tape las pintadas antisemitas. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).
Yo escribi algo al respecto en mi blog, te invito a darte una vuelta cuando quieras.
Salu2