Aya Jaine tenía todas las de perder. En pleno embarazo, su madre, de 41 años, padeció la formación de un agresivo tumor que derivó en un derrame y una inminente muerte cerebral. Para ese entonces, Aya, sólo llevaba 25 semanas de gestación y pesaba apenas 0,95 kilos.
Fue a los dos días de la muerte cerebral de su madre, que sólo recibía asistencia mecánica para el bombeo de su corazón, que el milagro llegó. Un grupo de médicos británicos consiguió salvar la vida de la beba que nació por cesárea en el hospital John Radcliffe de Oxford el pasado viernes.
Jayne Soliman, su madre, que tenía 41 años, fue una reconocida patinadora de hielo profesional que en 1989 había sido campeona británica.
El padre de la pequeña, Mahmud Soliman, confundido entre la alegría y la tristeza simultánea, contó al diario Daily Mail que su esposa y él se alegraron mucho al saber que estaban esperando un hijo, después de que ella sufriera un aborto. "Es tan chiquitita, pero es una luchadora al igual que su madre", confesó a la prensa.
El equipo médico, explicó que la patinadora sufría un tumor agresivo que le provocó un derrame fulminante. Sin embargo, nada se pudo atravesar en el camino de Ana Jaine que, apenas salió del vientre de su madre, fue colocada en el hombro de la misma, antes de que su padre pudiera tomarla en brazos. Es que, como sucede en la mayor parte del género femenino, uno de los grande deseos de Jayne Soliman era ser madre, relató Mamad, de 29 años.
La pequeña se recupera por el momento en una incubadora.
Aunque se trata de casos excepcionales, esta no es la primera vez que un bebe se mantiene con vida en el vientre de una madre muerta. En 1999 nació en el hospital de Cabuenes de Gijón, en el norte de España, un niño en la víspera de Año Nuevo cuya madre estaba clínicamente muerte desde mediados de noviembre. (Fuente: Diario Critica de la Argentina).

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